
Es 15 de mayo, el día de nuestro santo patrón, San Isidro Labrador. Un día muy especial para nuestro sector agropecuario, que brinda la oportunidad de reconocer la gran labor que los agricultores y ganaderos desempeñamos. Una jornada festiva, marcada por la devoción de los que trabajamos en el campo.
En un mundo cada vez más urbanizado, la figura de San Isidro Labrador nos recuerda la necesidad de cuidar y valorar la tierra, así como a quienes trabajan en ella. Es un momento propicio para reconocer el esfuerzo de los agricultores y ganaderos. Una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del sector primario.
Desde ASAJA trabajamos arduamente día a día para que se ponga en valor esta profesión tan noble, de la que tan orgullosos nos sentimos. Una profesión, sin embargo, que se pone en peligro cuando la rentabilidad está en jaque. Por eso pedimos a San Isidro que vele por este sector y haga que los responsables políticos tengan la claridad suficiente para reconocer la esencialidad del campo y que no sea moneda de cambio en la guerra comercial abierta.
Los agricultores y ganaderos, dedicados en cuerpo y alma a nuestra profesión, deseamos que se excluyan nuestros productos agroalimentarios de diputas y conflictos que no traen nada bueno a nadie. Que San Isidro nos ayude a que llegue cuanto antes una solución negociada en la guerra de aranceles, para poder gozar de la estabilidad que necesitamos para seguir produciendo alimentos sostenibles y de calidad.
Es momento también para tener un recuerdo por esos compañeros de profesión, a los que las adversidades climáticas les ha azotado de manera directa. San Isidro es un símbolo de esperanza y resiliencia, y seguro que les ayudará en sus cosechas futuras. En este punto, reflexionemos sobre la necesidad de apoyo y recursos para enfrentar los desafíos que trae el cambio climático a los agricultores y ganaderos. Necesitamos respeto, equidad y políticas que aborden los desafíos de nuestro sector. Uno de ellos es la gestión del agua para el futuro de nuestra actividad. Por eso, pedimos a San Isidro que haga resonar en las conciencias del poder el eco de nuestras demandas, y que se aprovechen los años lluviosos como éste para almacenar agua con la que poder afrontar próximas sequías.
Que el legado de nuestro Patrón inspire a las generaciones presentes y futuras a trabajar con dedicación nuestro campo.
¡VIVA SAN ISIDRO!